Grecia o falsa magia.
Grecia parece haber sido la cuna de la goecia o falsa magia, llamada también brujería. En la Tesalia, especialmente, las
hechiceras se entregaban a horribles prácticas
y ritos abominables; estas hechiceras eran conocidas como las lamias, stryges y empusas, se apoderaban de niños recién nacidos, sacrificándolos y
extrayendo por medio de la cocción de
sus jóvenes miembros la grasa, con la cual preparaban un ungüento, el cual era mezclado con beleño,
belladona y jugo de adormidera; con este ungüento se untaban las sienes y los
sobacos, y quedaban sumidas en un letargo lleno de ensueños desenfrenados y
lujuriosos. Estas prácticas han de ser consideradas los orígenes de la magia
negra, cuyos secretos se perpetuaron hasta la Edad Media.
Pero no solo estas prácticas hacen parte de la
magia en la antigua Grecia, la magia de
la matemática de Pitágoras también ha de ser incluida en estas falsas prácticas
mágicas. Pitagoras huyendo de la tiranía de Policrates, había recorrido todos
los santuarios del mundo, sin dejar los de Judea, en donde se había hecho
circundar para ser admitido a los secretos de la cábala, que le fueron
ofrecidos, no sin algunas reservas, por los profetas Ezequiel y Daniel. Después
obtuvo, venciendo grandes dificultades, que se le admitiese en la iniciación de
Egipto, valiéndose para ello de la recomendación del rey Amasis. El poder de su
genio suplió lo que callaran los
heriofantes en sus declaraciones fragmentarias, y él mismo vino a ser un
maestro y un revelador de nuevas doctrinas.
Cuentan además de Pitagoras que los animales le obedecían:
un día que asistía a los juegos olímpicos, llamó un águila que se cernía en el
horizonte; el águila bajo y volvió a arrancar vuelo cuando Pitagoras se lo
ordeno. Un oso sembraba desolación en la Apulia; Pitagoras le llamo y, al
tenerlo manso a sus pies, le ordenó que abandonara el país, y el animal desapareció
de allí.
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