Semana 2.
En beneficio del bien común:
Chamanes y chamanismo
Antes de la aparición de la escritura, la antropología ponen en
juego dentro de las sociedades paleolíticas un personaje que alude a lo mágico
y ritual, el chamán y la característica que mejor define, y que quizá más
diferencia a los chamanes de los curanderos, adivinos, etc., es su capacidad de
lograr acceder a estados alterados de la conciencia (trance o entrar en éxtasis),
donde se produciría una separación del plano anímico (o del alma) y el plano
físico (el cuerpo). Estos individuos aplican
una serie de ritos específicos están asociados a las sociedades cazadoras –
recolectoras.
Los
objetivos que persigue el chaman giran en torno a la obtención de beneficios
para su comunidad, específicamente en pro de la supervivencia de esta; curar
enfermos, favorecer la caza y la consecución de alimentos, influir y modificar
los fenómenos de la naturaleza que pudieran amenazar al grupo (catástrofes),
predecir el futuro, etc.
El chaman
se apropia de los mitos, los manipula y los hace parte de sus rituales, sus
rituales se trasladan de un plano a otro, de un mundo a otro, y es la noche
como procreadora de sueños, el momento apropiado para que los espíritus y
espectros se hagan más visibles y el chaman pueda iniciar la intermediación que
le permite realizar curaciones y modificar fenómenos.
Finalmente
la última de las grandes propuestas para explicar las expresiones gráficas intencionadas
durante el Pleistoceno ha sido desarrollada por Jean Clottes y David
Lewis-Williams quienes consideran
que hay algunos aspectos o analogías que permiten postular la existencia del
fenómeno chamánico en la realización del arte paleolítico.
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